El herpes zóster es una enfermedad que afecta a la piel y los nervios, caracterizada por la aparición de un sarpullido en la piel de la zona afectada. En la mayoría de los casos, el sarpullido y el dolor se resuelven con el paso de los días, pero en algunas personas, el dolor y el malestar pueden persistir en el tiempo, dando lugar a la Neuralgia Postherpética4.
La Neuralgia Postherpética (NP) es la complicación más frecuente del herpes zóster, y se caracteriza por un dolor que puede ser de leve a insoportable, constante, intermitente o desencadenado por estímulos triviales. Se describe como una sensación eléctrica, ardiente o punzante en la zona afectada y que persiste más de 3 meses desde la resolución del sarpullido y puede durar meses o incluso años4.
En la Neuralgia Postherpética, se pueden presentar dos tipos de dolores, la hiperalgesia, que es cuando los estímulos normalmente dolorosos se perciben exageradamente más intensos; y la alodinia4,7, que es cuando se siente dolor ante estímulos que normalmente no son dolorosos. En algunas ocasiones, el herpes zóster ocurre en la cara, y la evolución puede estar asociada a complicaciones que pueden afectar a la visión o la audición, pudiendo desencadenar pérdida de visión, vértigo, pérdida de audición o una parálisis temporal o permanente de los músculos de una mitad de la cara3,6.
Para más información, consulte con su médico
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